El presbítero Darío del Jesús Salazar Malaver nació el
19 de diciembre de 1956 en la población de Punta Cují, San Juan Bautista; sus
padres son Concepción Salazar y Teresa Malaver de Salazar, residenciados en San
Juan Bautista. Darío es el segundo de los hijos y el único sacerdote, sus
hermanos: María Ramona, José Luis, Jhonny Rafael, Ana Esther, Belkys del Valle,
Jesús Enrique y Tomás Concepción. Estudió la primaria en la Escuela Concentrada
Nº 64 en Punta Cují, hoy Escuela Bolivariana Doña Emilia de Velásquez, así como
en la actual Escuela Bolivariana Francisco Fajardo (ambas en San Juan Bautista);
la secundaria en el actual Liceo Bolivariano Juan Bautista Arismendi en La Asunción y Liceo
Bolivariano Gaspar Marcano de San Juan Bautista y egresa como bachiller en
Humanidades del Liceo Bolivariano Francisco Antonio Rísquez de La Asunción.
De niño, expresa el padre Darío, era introvertido,
aunque con las travesuras propias de muchacho. Junto con los primos (que son
unos cuantos) tirar piedras, tumbar mangos, hacer mandados, andar en bicicleta,
practicar los juegos de entonces: jugar pelotas, pichas (metras), trompos,
voladores (papagayos), ir ala montaña
por nísperos, disfrutar los baños en el río San Juan, buscar leña en el cerro,
poner lazos para atrapar pájaros, etc.; pero siempre tratando de ser un niño
obediente –manifiesta enfático y sonriente-. Hizo la primera Comunión a los 10
años y, en ese contexto, empieza la tradicional pregunta: ¿Qué quieres ser
cuando seas grande?; recuerda que muchas veces respondía: “Quiero ser como el
que está en la plaza que tiene un camisón”, y ahí quedaba todo.
Reflexiona que después de la primera Comunión sufrió
la crisis de tener que ir “obligado” a la Iglesia; con toda seguridad por el ambiente y
poco estímulo, aún en la misma familia, ya que de casa te mandan a Misa pero
ellos no van, entonces me revelo.
Esta apatía duró como hasta el año 72 ó 73 cuando retomó
la asistencia a Misa por algún entierro, alguno que otro Domingo o por diciembre
(mal interpretado lo de ir a Misa al menos por Pascua, ya que se refiere a
Pascua de Resurrección y no a la
Navidad); es decir, más por razones sociales que por
respuesta de fe y compromiso con la Iglesia.
Afirma que en todo ese tiempo desconocía que Dios estaba
mostrándole, poco a poco, su amor y predilección. De ahí que hoy pueda ser
comprensivo con los que padecen crisis semejantes; pero más exigente en cuanto
a que cada cristiano asuma su responsabilidad en relación a la transmisión de
la fe, principalmente en el seno de la familia.
El hoy, Padre Darío, participaba activamente, en tiempo
de adolescencia y juventud, en actividades socio-culturales y deportivas como
miembro y directivo del Centro Cultural Formación San Juan en su pueblo natal,
miembro de la Federación
de Centros Culturales del Estado Nueva Esparta (Fedecene), secretario de la
liga de Sof ball de San Juan; así como en encuentros mensuales de jóvenes
impulsados por Mons. Tulio Manuel Chirivella Valera, Obispo de Margarita para
ese entonces. Hasta ahora lo importante era terminar el bachillerato y entrar
en la Universidad
para obtener un título y ser alguien.
En el año 1975, por la frecuencia a diversos
encuentros de índole religiosos y, habiendo conocido y sintiéndose acogido por
el nuevo párroco de San Juan Bautista, el Padre José Antonio Constenla Garrido (a
quien Dios tenga en su gloria), escucha unas catequesis para adultos y entra en
una comunidad del Camino Neocatecumenal, donde tiene los primeros contactos
serios con la Palabra
de Dios. Después de obtener el título de bachiller en el año 1976, realiza
algunas suplencias en el campo educativo e ingresa, posteriormente, a la Universidad de
Oriente, núcleo de Guatamare, para realizar el curso básico, con la intención
de estudiar Sociología, ya que consideraba que como sociólogo podría plantear y
buscar soluciones a las situaciones de crisis y conflictos de la sociedad; pero
al presentarse la oportunidad de participar como catequista itinerante, en un
período de evangelización (durante un año), no lo duda, y acepta ser enviado a
Valle de la Pascua,
Calabozo, Camaguán y San Fernando de Apure.
En el año 1981, en una convivencia de catequistas
realizada en Chichiriviche, estado Falcón, presentaron el siguiente
interrogante: “¿Alguno de los presentes
tiene la inquietud, o ha pensado alguna vez, de ir a un seminario para ser
formado como sacerdote de la
Iglesia católica y ser dispensador de los sacramentos?; que
se ponga de pie”.
En ese momento, relata el padre Darío, se hizo
presente en mi todo lo que en un tiempo había respondido cuando se me hacía
aquella pregunta de: “que te gustaría ser
de grande o mayor”; cuya respuesta era: “Quiero
ser como el que está en la plaza que tiene un camisón”; es decir, que
aquella llamada que parecía ser insignificante se había mantenido latente, Dios
permanecía fiel a pesar de mis infidelidades.
Recuerdo que el Padre José Antonio, presente también
ahí, y que conocía de estas mis inquietudes, me dijo: “Es tu oportunidad, la
decisión está en tus manos”; y me levanté junto con cuatro de los presentes, de
los cuales dos somos sacerdotes; lo cierto es que la única indicación fue la de
continuar con mis estudios y familiarizarme con la Palabra de Dios y los
sacramentos, a través de mi comunidad Neocatecumenal.
A mediados del año 82 fue presentado al Señor Obispo
por el padre José Antonio Constenla. Monseñor Tulio Manuel Chirivella decidió
enviarlo al Seminario San José, en el Hatillo, estado Miranda, hoy Distrito
Capital, por ser para vocaciones de adultos y a la vez, realizar los estudios
correspondientes (3 años de Filosofía y 4 de Teología) en el Instituto
Universitario Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima, hoy Universidad.
Los 7 años de formación, prosigue el padre Darío, no
consiste sólo en lo académico sino, fundamentalmente, en descubrir y discernir
en el llamado al servicio en el ministerio sacerdotal, profundizando en la vida
espiritual y, por consiguiente, en lo académico, en la riqueza de las ciencias
y del saber humano. El tiempo de seminario culminó en junio de 1989 y egresó
con el título de Licenciado en Teología a nivel de Ministerio de Educación,
convalidado cómo bachiller en Teología por la Universidad Javeriana
de Colombia, que le habilita para realizar estudios en cualquier Universidad
Pontificia. Su ordenación sacerdotal “día
del nuevo nacimiento”, como lo expresa el padre Darío, fue conferida por
Mons. César Ramón Ortega Herrera, para ese entonces Obispo de Margarita, el 15
de julio del mismo año en la
Santa Iglesia Catedral de La Asunción, y su Primera
Misa el día 16 en su pueblo natal, San Juan Bautista.
Los primeros meses de su “luna de miel” en el
ejercicio pastoral lo ejerció en San Juan, La Guardia, y El Valle del
Espíritu Santo; en el mes de diciembre de ese mismo año, es nombrado Párroco de
Villa Rosa donde ejerce su ministerio por breve tiempo, ya que, en julio de
1990 le nombran Párroco de Las Hernández y encargado de Punta de Piedras; a
partir del año 1991 es encargado de la Dirección del Colegio Parroquial María Inmaculada
en San Juan Bautista, así como del Centro Taller Nuclearizado María Inmaculada
(para las clases de Educación para el Trabajo de los centros educativos
vecinos), responsabilidad esta que le obliga a volver a los estudios y obtiene
el título de Licenciado en Pedagogía Religiosa. En septiembre de 1992 realiza
curso para la implantación de la Educación Religiosa Escolar, encargándose de esta
actividad a nivel diocesano
En octubre de 1992 toma posesión de la Parroquia María
Auxiliadora, en La Guardia;
y para los períodos académicos 1996
a 1998, Mons. Ortega le envía a Roma a realizar estudios
en la
Pontificia Universidad Gregoriana donde obtiene el título de
Licenciado en Derecho Canónico; al regresar al país retoma el servicio pastoral
en La Guardia.
En el año 2000 Mons. Rafael Conde Alfonzo le nombra
Vicario Judicial de la
Diócesis de Margarita y en el mes de octubre del año 2001 lo
asigna como Párroco de Nuestra Señora del Valle, Basílica Menor, en el Valle
del Espíritu Santo.
El 20 de julio del año 2003 toma posesión como Párroco
de San Juan Bautista, a raíz de la muerte de Mons. José Antonio Constenla
Garrido, asume, igualmente, la Coordinación de Pastoral de la U.E. María Inmaculada,
Colegio Parroquial, así como la instrucción del idioma Latín y Griego en el
nivel de Ciclo Diversificado de la misma Institución; ejerce, por otro lado, ad honorem la Dirección del Centro
Taller Nuclearizado María Inmaculada (APEP).
Este mismo año fue nombrado Vicario de Pastoral Social
y Asesor de las Comunidades Neocatecumenales en la Diócesis.
Desde el año 1994 el padre Darío mantiene el micro
radial “Una Buena Noticia”, por Radio Oriente 720 A.M., de lunes a viernes
a las 6,00 a.m.
y a las 12,00 m.
y los domingos a las 7,00 a.m. Cabe destacar, así mismo, que posee el certificado
de locución Nº 29.020, emitido por la Universidad Central de Venezuela, y
aprobado por el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, desde el año 1996.
En la actualidad miembro de grupo de Jueces que
constituyen el Tribunal Eclesiástico de Cumaná, conformada por la Arquidiócesis
de Cumaná y las Diócesis de Barcelona, Margarita y Carúpano.
Pincelada de Fundaoriental

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